Artículo escrito por Ángel L. Díaz Balmori Coronel del Ejército del Aire, r, DEM, miembro de la Asociación Española de Militares Escritores (AEME)BREVE HISTORIA DE LA PASCUA MILITAREn 1708, aprovechando las guerras civiles internas, tan frecuentes en esta época, así como la Guerra de Sucesión entre Austrias y Borbones, los ingleses conquistaron la isla de Menorca y Gibraltar, que posteriormente mediante el Tratado de Utrecht las incorporaron a sus dominios. En 1782, la escuadra hispano-francesa consiguió la rendición de la plaza de Menorca, que fue de nuevo incorporada a la Corona española. Esta plaza sufrió posteriores avatares pasando de británicos a españoles varias veces, hasta llegar al Tratado de Amiens, que definitivamente la incorporó a España.
Tras el Motín de Esquilache, superado favorablemente por Carlos III, Rey de las Españas, en 1782, la Escuadra hispano-francesa acababa de recobrar por capitulación la ciudad de Mahón y la Isla de Menorca y este aperitivo era esperanza de que sucediese lo mismo con el maldecido Peñón de Gibraltar.
Con tal motivo, reinaba el jubilo en el Palacio y queriendo el Rey dar al Ejército de España y sus Indias una muestra de aprecio, ordenó a todos los jefes militares que en el día de la Epifanía del Señor, de la llegada de los Reyes Magos, reuniesen a todas las guarniciones y en su nombre transmitieran su Regia felicitación por la Pascua y les notificasen los honores que se había dignado concederles con ocasión de esta fiesta, que en adelante se denominaría “Pascua Militar”.
La fiesta fue solemne en todas partes y el sentido era a la inversa de la costumbre: consistía en que fuera el Rey quien cumplimentara a la oficialidad, y esta quien lo hiciera a la Tropa. Al correr de los tiempos, la fiesta fue decayendo paulatinamente, pero conservando siempre la finalidad de ser los subordinados los agasajados.
Dentro de los cuarteles, la fiesta adquiría caracteres extraordinarios, sin que por ello, jamás se pusiera en riesgo la disciplina. Se organizaba por los oficiales “cabalgatas jocosas, con improvisadas bandas de música, diestras en producir ruidos infernales, repartiéndose a la tropa baratijas, tan de su gusto, como petacas, pipas, carteras, bolsillos, navajas, espejos, etc. Todo este festival se regaba con abundante vino peleón, colaborando los puros “mataquintos” al entusiasmo general”.
En la actualidad, la invasión de la política en el mundo castrense ha trasformado la conmemoración de la Pascua Militar en un acto político, en el que el ministro de turno da cuenta de las actividades realizadas por el Ministerio en el último año. ¿No sería más razonable que este acto se desarrollara en una sesión solemne del Congreso, a la que asistiera el Rey, los Altos cargos ministeriales y la cúpula de las Fuerzas Armadas y allí se expusiera el “estado de las FAS” ante quienes por constituir el Legislativo, pueden conocer para remediar las deficiencias o alegrarse de los éxitos…… En la formalidad actual, el ministro de turno cuenta al Rey y a los militares presentes lo que ya conocen de sobra, por haber participado en su preparación o en su ejecución, es decir, esta narración no tiene trascendencia. Lo lógico es que la Pascua Militar se celebre como la instauró el Rey Carlos III, un acto para que el Rey felicite a las Fuerzas Armadas de las que es Comandante en Jefe en un acto estrictamente militar.
El acto sobre “el estado de las FAS” podría celebrarse cualquier día del año, e incluso hacerlo coincidir con la semana de las FAS, incluyéndolo como un homenaje del Estamento político a las Fuerzas Armadas y Cuerpos de Seguridad de España.
Otra costumbre, añadida a los actos de la Pascua Militar, que se celebraba en todas las Plazas con guarnición, y que desgraciadamente solo se conserva en algunos lugares, pocos, pero que las asociaciones no profesionales de militares, procuran mantener al margen del protocolo oficial, es homenajear a los viejos soldados, ya apartados por sus muchos años de las andanzas del campo y del cuartel, quienes reciben de la actual generación, una caricia que no esperaban, ni podían esperar por el abandono que tiene la clase de militares “retirados” del mundo oficial. Al más veterano de la Plaza, con independencia de su empleo, una Comisión de estas asociaciones, y en algún caso de la Autoridad Militar de la Plaza, les hace entrega de un obsequio, que suele ser una placa conmemorativa del acto. Puedo asegurar, por haber participado en alguna de ellas, que es una idea bellísima y este homenaje a la veteranía al final de la vida les hace recordar toda una vida de entrega y sacrificio a su Patria, a la que dieron lo mejor de su ser y si hubiera sido preciso su vida.
Feliz Pascua Militar a todos los profesionales de los Ejércitos de Tierra, de la Armada y del Ejército del Aire, incluyendo a todos los compañeros que estamos “retirados”.
Ángel L. Díaz Balmori Coronel del Ejército del Aire, r, DEM
De la Asociación Española de Militares Escritores (AEME)