BICENTENARIO DEL SEGUNDO SITIO DE ASTORGA Y SU PRIMER AYUNTAMIENTO CONSTITUCIONAL

El Ayuntamiento de Astorga y la comisión del BICENTENARIO DEL SEGUNDO SITIO DE ASTORGA Y SU PRIMER AYUNTAMIENTO CONSTITUCIONAL han emitido una medalla conmemorativa en serie limitada y numerada sobre estos hechos. Esta medalla se puede pedir, antes del 30 de septiembre, rellenando y enviando este formulario: http://www.forohistoria.com/pdf/Formulario%20Medalla.pdf a la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Astorga, Plaza de España, 1 – 24700 – Astorga (León)

¿ HEMOS ABANDONADO EL PROPÓSITO DE TRAER LOS RESTOS DE MANUEL GODOY ?

En fecha reciente se ha publicado en el periódico HOY de Badajoz el artículo: ¿ HEMOS ABANDONADO EL PROPÓSITO DE TRAER LOS RESTOS DE MANUEL GODOY ? En el 161 aniversario de su muerte Escrito por: Manuel Márquez Martín Licenciado en Derecho Miembro del Foro para el Estudio de la Historia Militar de España El extremeño que más poder alcanzó en la Historia de España, a quien le fueron otorgados los cargos de Almirante General de España e Indias, con tratamiento de alteza serenísima y Príncipe de la Paz, que tantas suspicacias y ofuscación produjo a quien entonces era Príncipe de Asturias y más tarde Fernando VII, también llamado el Rey Felón, personaje que ha merecido un juicio negativo de todos los historiadores . Que nació en Badajoz el día 12 de mayo de 1767 y que aparte de ser odiado por el Príncipe de Asturias, le tocó afrontar una de las etapas mas convulsas de la Historia de España y de Europa, y por si fuera poco soportó la envidia de la Nobleza y las enemistad de la Iglesia contra la que dicto la primera desamortización, y por ultimo perseguido con saña durante su largo exilio. Que fue victima del golpe de estado en Aranjuez, perpetrado por el Príncipe de Asturias y sus secuaces: el Canónigo Escoiquiz, el Duque del Infantado, San-Carlos y otros, ansiosos de poder, sin escrúpulos, que además tuvo la funesta consecuencia de la abdicación forzada de Carlos IV, “para evitar la efusión de sangre” como poco después confesó a Napoleón. En el golpe de estado, que no motín popular, como se hizo creer, participaron grandes de España y oficiales de la propia Guardia Real disfrazados. Contra Manuel Godoy y Álvarez de Faria, tras confiscarle sus bienes se inició una causa judicial el día 3 de abril de 1808, que no se concluyó en el periodo del reinado de Fernando VII. Estando a disposición de sus enemigos todos los archivos de la Corte y la propia documentación personal de Godoy, que no pudo llevarse en su destierro, nadie pudo hallar base legal para formular una acusación o apariencia de acusación, tal vez porque todo se hubiese vuelto en contra de sus acusadores. Fue en 1840 cuando el Tribunal Supremo de Justicia declaró por unanimidad que no existía delito, ni siquiera acusación, ni posibilidad alguna de incoar un procedimiento formal. Si no había proceso no poda haber sentencia. El 31 de mayo de 1847, Isabel II ordenó la rehabilitación de nuestro paisano Godoy con devolución de títulos y bienes a propuesta del Presidente del Consejo de Ministros, el jurista Joaquín Francisco Pacheco. Godoy era ya un anciano, reducido a la miseria, sin recursos para emprender su viaje de retorno y todo quedó en nada, hasta que Emilio Castelar dispuso el 10 de noviembre de 1873, que todos los bienes embargados a Godoy eran bienes nacionales. Falleció el día 4 de octubre de 1851, a los 84 años de edad. Su deseo según consta en el testamento era que su cuerpo reposara en Badajoz, sus herederos no pudieron cumplirlo por falta de recursos y si pudo enterrarse fue gracias a un amigo que adquirió una parcela en el cementerio de Père-Lachaise de París. Después de tantas promesas como se han hecho de traer sus restos de Paris a Badajoz, se ha producido un silencio incomprensible y sospechoso, que nos gustaría se rompiera por la Alcaldía o por la Concejalía de Cultura del Excmo. Ayuntamiento. Desde aquí queremos reivindicar, una vez más, la figura de un extremeño insigne como lo fue Godoy, la exhumación de sus restos y su traslado a la ciudad en la que nació, respetando su voluntad y reparando la obstinada campaña de mentiras y persecución que sufrió hasta su muerte.

25 de agosto de 1812: ¡Se retiran, se retiran!

25 de agosto de 1812: ¡Se retiran, se retiran!

Ayer día 25 de agosto se cumplió el bicentenario del levantamiento del bloqueo terrestre de La Isla de León y Cádiz. Sirva este artículo de nuestro buen amigo Juan Torrejón como homenaje a todos los que lucharon y sufrieron el bloqueo imperial durante dos años, seis meses y diecinueve días.

A continuación transcribimos dicho artículo publicado ayer, día 25, por El Diario de Cádiz. Juan Torrejón Chaves Historiador Miembro del Foro para el Estudio de la Historia Militar de España

Tras la batalla de los Arapiles, todas las noticias que provenían de Extremadura, el Condado de Huelva, Sevilla, Tarifa y Gibraltar, hacían sospechar que estaba próximo el momento en que los franceses abandonasen Andalucía, sin que por ello se presumiera que levantaran el bloqueo de la Isla de León y Cádiz. Éste se había convertido en una operación militar de primer orden, a la que se destinó desde un principio un prestigioso cuerpo de Ejército y una cantidad ingente de recursos. Junto a su carácter castrense, el sitio poseía una naturaleza política de extraordinaria importancia. Era en esta España reducida donde se alimentaba con mayor fuerza la insurrección de la nación; donde residían todos los poderes del nuevo Estado; y donde se había redactado y promulgado la Constitución política de la Monarquía. Cualquier revés militar podía ser argumentado y manipulado por los franceses de variadas maneras -en esto eran consumados expertos-; pero el abandono de sus posiciones en la bahía gaditana no se ocultaría a los ojos de Europa y sería interpretado como una gran derrota, cuyo coste político resultaba inaceptable. De ahí que, en opinión de muchos, el mariscal Soult sacrificaría a unos miles de soldados y los dejaría en disposición de defenderse con provisiones y efectos para tres meses, con el objeto de que no pudiera hablarse de una retirada. En consecuencia, las actividades en la línea francesa de cerco poseyeron a lo largo del mes de agosto de 1812 todos los rasgos de la normalidad: sin cesar, se trabajaba en reforzar y mejorar las fortificaciones; desde la Cabezuela se continuaba arrojando granadas sobre Cádiz; proseguían los duelos artilleros con Puntales, las baterías aliadas de tierra, las fuerzas sutiles y bombarderas; transitaban carretas con municiones y pertrechos; se movían pesadas piezas artilleras con tiros de caballos de tren; se trasladaba ganado; la harina era transportada desde los molinos de mareas; continuamente se movían tropas; de vez en cuando, cruzaba algún general con sus edecanes; en las playas y campos de entrenamiento, se ejercitaba la infantería; y, en ocasiones, un bote parlamentario partía hacia la flota británica, o llegaban a las posiciones españolas desertores franceses, algunos cruzando a nado el brazo de mar que divide el Trocadero de Puntales. El día 15, un saludo general al salir el sol, que se repitió al mediodía y al atardecer, recordó que era el cumpleaños del Emperador.El 24, aparecieron publicadas en Cádiz informaciones sobre algunas medidas que el duque de Dalmacia había tomado con respecto al sitio, por las que se anunciaba que sacaría la mayor parte de la fuerza y dejaría al mando del general Semellé unos 3.300 individuos que se «enjaularían» en determinados puntos fuertes de la línea. No obstante, también se noticiaba que toda la tropa debería estar pronta para partir, en cuyo caso se enviaría caballería para cubrir la retirada. Mas, a pesar de rumores tan halagüeños, la jornada transcurrió de manera habitual: los británicos proseguían sus trabajos en el reducto del cerro de los Mártires y, en unión de los portugueses, en el foso de Torre Gorda y su reducto inmediato; los prisioneros franceses continuaban construyendo una batería nueva a la orilla del caño del río Arillo, en susalida inmediata a la playa del mar del Sur; los invasores seguían su actividad en la batería del molino de Guerra, en la segunda avanzada del arrecife, y en el castillo de Chiclana; y los bombardeos desde las baterías de la Cabezuela y del Angulo continuaban, si bien con mayor frecuencia a todo lo largo del día, al atardecer y en la noche, que eran contestados por las baterías españolas de tierra, las fuerzas de mar sutiles y las bombarderas inglesas. Puntales y Fort Luis se enzarzaron en su cotidiano cañoneo. Desde Sanlúcar de Barrameda a El Puerto de Santa María transitaron unas 100 acémilas mayores y menores con sacos, escoltadas por 40 dragones y alrededor de 50 infantes. De El Puerto de Santa María a Puerto Real pasaron unos 200 infantes con sus equipajes, así como dos carros de municiones y un general con su acompañamiento. En sentido inverso, otros dos carros de municiones y otro cubierto. De Puerto Real a Chiclana cruzaron unos 200 infantes sin armas ni equipajes; y al contrario, 96 infantes y 4 carretas con efectos. En el campo de la Algaida del Trocadero estuvieron formados 500 infantes, y en el campo de Guía de El Puerto de Santa María otros 500 realizaron ejercicio de fuego. Nada hacía presagiar una retirada inminente. Pero, a medianoche, los sitiadores comenzaron a meter fuego a sus castillos, fuertes y baterías, y a volar los depósitos de pólvora. Las formidables obras erigidas en la Cabezuela dejaron de existir a la una de la madrugada entre explosiones horribles. En la oscuridad, resultaba un espectáculo sorprendente ver arder las obras de la línea francesa que tan arduamente habían sido levantadas.

Cuando a las 5 horas y 28 minutos salió el sol del día 25 -festividad de San Luis, rey de Francia, y de San Ginés de Arlés-, las esperanzas de los sitiados se vieron confirmadas: el enemigo había abandonado sus posiciones tras dos años, seis meses y diecinueve días de bloqueo terrestre. En conformidad con los planes previstos para la ocasión, las tropas españolas que se hallaban en los puestos avanzados de la Isla de León recibieron la orden de ponerse en marcha para ocupar los puntos abandonados por los franceses, con el auxilio de alguna fuerza aliada, en dirección a Chiclana de la Frontera y Puerto Real. Simultáneamente, los tres batallones de los Voluntarios de la Isla se colocaron sobre las armas, y uno de ellos avanzó hasta el Portazgo, efectuando dos de sus compañías, las de cazadores, el servicio de avanzada, al tiempo que los batallones de Reales Guardias Españolas y de Caballeros Cadetes quedaron a retaguardia cubriendo la cabeza del puente de Suazo. A las diez de la mañana se tomó posesión del Trocadero. El místico n.º 33 pasó a Sanlúcar, y a Rota el Terrible y una división de la avanzada al mando del capitán de fragata Marcos Guruceta. De El Puerto de Santa María tomó posesión otra división de la avanzada, a cuyo frente se halló el brigadier Francisco Mourell; y de el Trocadero el jefe de escuadra de la Armada nacional Juan José Martínez, comandante general de las fuerzas sutiles, con varios buques y tropas de su mando.

La mayor parte de la artillería de sitio fue localizada sin deteriorar o mal enclavada, y las chalupas cañoneras de la flotilla desfondadas en su mayoría. Las enfermerías y cantinas se hallaron intactas, e incluso sin cocer la masa del pan del día destinado a la tropa. Todo ello ponía de manifiesto que el abandono de las posiciones se llevó a cabo de forma precipitada y en medio de una gran confusión. Una procesión de sombras al amparo de la oscuridad de la noche se dirigió hacia El Puerto de Santa María, donde se concentró. Y, una vez formada la gran columna, se tomó el camino de Jerez de la Frontera. Un cuerpo de caballería ligera permaneció rezagado para cubrir la retirada, hasta mediodía en que se alejó por el camino de la Cartuja. Desde las 11 de la mañana, en el muelle de Cádiz los patrones de los barcos ofrecían sus servicios para cruzar la bahía e ir a visitar las posiciones recién abandonadas. No fueron pocos los que acudieron a las baterías del Trocadero y observaron en la Cabezuela los potentísimos obuses Villantroys que habían sido arrojados al mar por los artilleros napoleónicos.

En Cádiz y en la Isla de León, los ánimos se exaltaron con la llegada de un acontecimiento tan impacientemente deseado, que fue celebrado con repiques de campanas, iluminaciones y músicas. Mas el júbilo no fue general y testigos presenciales constataron que entre los avecindados en Cádiz «una gran parte mostró indiferencia, algunos tristeza y pesar»; lo que seatribuyó a que en la ciudad vivían muchos franceses, o descendientes y parientes de los mismos, cuyos sentimientos patrióticos estaban muy enraizados. También se achacó a que otros se lucraron durante el sitio por medio de especulaciones mercantiles; en particular durante los últimos meses, cuando los bombardeos proporcionaron inesperados beneficios a través de los inquilinatos y subarriendos a precios desproporcionados. Para éstos, la huida del enemigo significaba el final de sus ganancias. Como agudamente observó un diputado a Cortes, la nueva situación producía dolor a quienes «no tienen más patria que su bolsillo». Esta indiferencia y falta de entusiasmo fue notada, igualmente, en Chiclana de la Frontera, Puerto Real y El Puerto de Santa María, de cuyas poblaciones partieron algunos de sus naturales acompañando a los franceses, entre los que se hallaron mujeres y niños.

La noticia del levantamiento del sitio se propagó rápidamente por toda Europa. Las inexpugnables Isla de León y Cádiz se habían convertido en un símbolo más del valor de la resistencia española durante la Guerra de la Independencia, contribuyendo decisivamente al desmoronamiento del invasor y al favorable estado que, a la sazón, el conflicto presentaba para las armas aliadas.http://www.diariodecadiz.es/…/agosto/iexclse/retiran/se/retiran.html

YA ESTAMOS EN EL BICENTENARIO

YA ESTAMOS EN EL BICENTENARIO

Por José Mª Espinosa de los Monteros Jaraquemada

Aunque el artículo tiene ya algo más de 6 años, está de plena actualidad. Fue publicado en el periódico ABC el 22 de diciembre de 2006.REALMENTE hasta mayo del 2008 no se iniciarán las conmemoraciones oficiales de los doscientos años del inicio de la Guerra de la Independencia española. Pero no debemos quedarnos en acontecimientos puntuales, sino iniciar con anterioridad estudios e investigaciones de los sucesos que llevaron a España y a los españoles a entrar en la modernidad que suponían el liberalismo y el final del Antiguo Régimen. La Guerra de la Independencia es el acontecimiento que, sin lugar a dudas, une a todos los españoles. Que puede suscitar polémica… ¡evidentemente!

Otro bicentenario inexorablemente unido al de la Guerra de la Independencia es el de la Constitución de Cádiz. En la Historia no podemos guiarnos por lo que hubiera podido ocurrir y no ocurrió, pero ¿podemos imaginarnos qué hubiera pasado si el mariscal Víctor hubiera doblegado a los resistentes gaditanos? No teníamos como Portugal a nuestro soberano en América; nuestro soberano, José I por orden de Napoleón, estaba en Madrid. No debemos tampoco olvidar el comienzo de la transformación del antaño Imperio español. A lo largo del siglo XIX se fueron generando las naciones políticas iberoamericanas que doscientos años después disfrutan de una lengua y un patrimonio cultural español común. Como vemos, se aproximan, están ahí mismo los bicentenarios de acontecimientos trascendentales para la historia y el presente de España y el de las ex colonias americanas.

El compromiso adquirido por «El Foro para el Estudio de la Historia Militar de España» viene definido en sus estatutos: «Promoción del estudio de la Historia Militar de España y, en concreto, del hecho histórico de la Guerra de la Independencia y su época, así como la representación, defensa y promoción de los intereses culturales de sus asociados, siendo vía de diálogo efectivo entre los asociados y las instituciones». Bajo esta premisa, el Foro lo formamos personas amantes de la Historia y provenientes de diferentes campos profesionales y de diversos países: portugueses, franceses, italianos, polacos, británicos, norteamericanos y españoles. Todos unidos con el fin de investigar los acontecimientos que durante aquellos años cambiaron España de una manera radical.

No podemos tampoco olvidar a los españoles que por diversas razones se unieron al rey José, que formaron parte de su Ejército, de su Administración o a otros muchos que lucharon encuadrados en la propia «Grand Armée». Pasados los años, a su retorno del exilio, como muchos liberales, pasaron a formar parte de la elite de nuestro país, participando en su desarrollo político y económico junto con los constitucionalistas de Cádiz.Por todo ello, estamos en vías de publicar -con el fin de divulgar nuestros conocimientos, actividades e investigaciones- los «Cuadernos del Bicentenario». En ellos se brinda la oportunidad de publicar artículos sobre la Guerra de la Independencia y su época, no sólo a los miembros del Foro, sino a todo aquél que sienta la inquietud del bicentenario.La proximidad del bicentenario debe dar motivos para una cierta reflexión. La España de 1908, la del primer centenario, dista mucho de la actual. Aquella España hacía diez años que había dejado de ser una potencia importante después de la guerra de 1898 y apenas acababa de recuperar su pulso anterior. España parecía muy pequeña con respecto a los otros Estados de Europa, que atravesaban un verdadero auge de expansión colonial. El caso español era el de una dolorosa retracción. En consecuencia, la conmemoración del centenario intentaba recuperar ciertas esencias entre unas cenizas del pasado que hasta el momento sólo dejaban percibir una cierta desolación.

La Guerra de la Independencia parecía que únicamente se podía basar en la lucha de los guerrilleros, que desde 1908 comenzó a alcanzar tintes mitológicos. En cambio, un ejército, el Ejército regular español, que había luchado durante los siete años del conflicto bélico en las peores condiciones, volvía a ser marginado, cuando no olvidado. Ahora estamos en un momento en el que se debe y se puede recuperar aquella imagen de resistencia en las condiciones más difíciles. Contra todas las adversidades.

Por otro lado, debemos evitar la falsa mitificación de los nacionalismos locales que cultivan la imagen, por desconocer la Historia, de unas Juntas Provinciales como si fueran el origen de las actuales autonomías y el posible fermento de insalvables diferencias regionales. Las Juntas, muchas de ellas, tuvieron una máxima autonomía, es cierto, pero esto no les impidió caer en un egoísmo traducido en una desorganización de la resistencia. Todo esto es Historia y se encuentra en sus anales. España puede y debe no sólo afrontar el reto de este segundo centenario, sino revisar y asumir determinados hechos históricos con un carácter más ponderado para colocarlos en su verdadero contexto.

Uno de los trabajos a llevar a cabo durante este largo periodo del bicentenario debería ser la puesta al día de la bibliografía existente, con el ánimo de ayudar tanto al investigador como al aficionado a la historia de los tiempos de la Guerra de la Independencia española.

Posiblemente nuestra historiografía peque de falta de renovación. La historia española parece seguir algo lastrada por los conceptos escritos durante el primer centenario, cuando éste actuó como una especie de catalizador para reescribir una historia repleta de tintes que ahora se considerarían demasiado «nacionalistas». Lo mismo sucede con campañas o determinadas batallas. Las historias escritas en el Reino Unido, por desgracia, a diferencia de las francesas, no funcionaron como elemento compensador, sino más bien como revulsivo en los historiadores españoles.

Es hora de comenzar a analizar y revisar, puesto que ya estamos en el bicentenario.Secretario general del Foro para el Estudio de la Historia Militar de España

III Jornadas sobre la Guerra de la Independencia en la Val d’Echo

III Jornadas sobre la Guerra de la Independencia en la Val d’Echo 28 y 29 de agosto de 2012 Martes 28, a las 19:30 h. Conferencia LA CONSTITUCIÓN DE CÁDIZ 1812 Ponente: D. Alberto Gil Novales, catedrático e historiador Miércoles 29, a las 22:30 h. Proyección LOS DUELISTAS de Ridley Scott

Cuadernos del Bicentenario Nº 15. Agosto 2012

Cuadernos del Bicentenario Nº 15. Agosto 2012.

977-1887-25811-2-00015.

La herencia de 1812 en la época isabelina (2ª parte)

  • Juan Luis Erce Eguaras. Págs. 5-56
    Melchor Ricós y Muñoz, una figura desconocida del primer liberalismo valenciano
    (2ª parte)
  • Gilbert Lledó. Págs. 57-130
    Lebrija, 7 de diciembre de 1808
  • Jorge Planas Campos. Págs. 131-138
    Aliados contra Suchet. El apoyo británico en el frente este español (1812)
  • Rafael Zurita Aldeguer. Págs. 139-156
    Los perjuicios de los cien días en Navarra
  • Juan Luis Erce Eguaras. Págs. 157-19